Me dispongo a contar una experiencia personal sobre cuál ha sido el peor concierto de toda mi vida, hasta el momento.
No es el peor concierto por el número de errores cometidos, ni por el calor, ni por la lluvia ni por nada del estilo. Aunque sí es cierto que la batería con la que me hicieron tocar era lo más cercano a un instrumento desenterrado en algún lugar de la huerta.
Recordaré este concierto por estar presente en cuerpo, pero con la mente en otro lugar, junto a unos familiares que estaban aún en el tanatorio pasando un mal momento por la pérdida de un ser querido. Un concierto que, a pesar de haber recortado parte del repertorio, se me hizo eterno. Desde el primer tema estaba deseando acabar con la actuación e irme lo más rápido posible.
Mi compromiso con el grupo y de este con la organización del concierto, me llevó a actuar con una gran tristeza. Por suerte, mis compañeros de grupo y otros compañeros bateristas entendieron que esa noche solo podía tocar el concierto e irme sin ayudar a nada más. De ahí a que aún les agradezca ese gesto.
No sé que haría si algo así volviese a suceder. El sentimiento de culpa por haber estado algunas horas alejado del lugar en el que yo quería estar aún perdura en mi interior.
Os dejo el enlace de un vídeo que he encontrado en YouTube de la actuación de aquella noche, grabado con un teléfono móvil, de ahí la poca calidad de imagen y sonido.
El concierto fue hace unos meses en Los Rodeos, pedanía de Campos del Río (Murcia)
Esta entrada se la dedico a Z.P.T. por su paciencia y por su comprensión en aquellos momentos a pesar de todo lo que estaba pasando.