"El 15 de agosto de 1784, Maximiliano Francisco sucedía al elector Maximiliano Federico, recientemente fallecido. Inteligente, ingenioso, enemigo del protocolo y apasionado del arte y la literatura, amaba la música hasta el punto de hacerse acompañar, en todos sus desplazamientos, por una pequeña orquesta.
Desde su instalación en Bonn, su primer cuidado es el de leer atentamente el estado administrativo que había pedido, referente a los instrumentistas de su capilla. Le sorprende enterarse de que un tal Luis Van Beethoven lleva dos años perteneciendo a ella, pero sin percibir sueldo, aunque es pobre, de buena conducta y ha llegado a sustituir al Kapellmeister durante sus ausencias. Espontáneamente, le nombra segundo organista, con unos emolumentos de ciento cincuenta florines anuales.
Debemos imaginarnos a Beethoven bajo la librea, no muy alto, de hombros anchos, cuello corto, cabeza grande, nariz roma, tez oscura - lo que le valió el sobrenombre de "el español" - , según le pintan sus camaradas, con esa mezcla de buen humor y de firmeza que constituye ya el fondo de su carácter, y todo feliz de poder llevar a su casa los primeros frutos de su trabajo.
Unos años de gran tranquilidad sucedieron a aquella consagración como músico oficial. Ya da algunas lecciones, que pronto aumentarán para contribuir al presupuesto familiar. Pero sobre todo, lee y compone.
En cuanto a la composición, se fía cada vez más de su instinto y consigue prestar atención a todos los grandes compositores de su época sin copiarles y hacer obra original."
"Era bajo y desgarbado. Su rostro, feo y colorado, estaba cubierto de picaduras de viruelas. Su cabello era oscuro y caía casi en mechones en torno a su cara. Su modo de vestir era muy vulgar y poco alejado de ese abandono que entonces estaba de moda..." (Señora Von Bernhardt)
Bibliografía:
GAUTHIER, ANDRÉ (1975): Beethoven. Espasa-Calpe. Madrid.